
Aprender un idioma es como aprender a tocar el piano
Cuando hablamos del aprendizaje de idiomas, a menudo lo comparamos con el ámbito escolar, como si se tratara de una asignatura más. Sin embargo, esta visión es limitada y, en muchos casos, poco motivadora.
Aprender un idioma es, en realidad, un proceso mucho más parecido a aprender a tocar un instrumento musical: requiere oído, práctica, constancia y, sobre todo, implica mucho más que memorizar reglas… y los beneficios que tiene para el cerebro son extraordinarios.
Igual que nadie espera que un niño toque el piano a la perfección tras unas pocas clases, tampoco podemos esperar que se exprese con fluidez en otro idioma sin práctica y tiempo.
Aprender una lengua es un proceso vivo, que implica escuchar, repetir, equivocarse, volver a intentar, disfrutar… Exactamente como ocurre al aprender a tocar una canción. Y, como con la música, los progresos pueden ser lentos al principio, pero con constancia llega ese momento mágico en el que “suena bien”, y el idioma empieza a fluir de forma natural.
¿Qué ocurre cuando alguien de pequeño aprende a tocar el piano?
Al principio, necesita familiarizarse con el instrumento, entender cómo colocar las manos, cómo leer una partitura. Sus primeros intentos pueden ser torpes, pero con el tiempo y la práctica constante, los dedos se vuelven más ágiles, el oído se afina y la música empieza a fluir con naturalidad.
Aprender un idioma funciona de forma muy parecida. No se trata solo de estudiar vocabulario o gramática, sino de entrenar el oído para nuevos sonidos, acostumbrar la lengua a otras estructuras, aprender a pensar y comunicarse en otro código.
El impacto en el desarrollo cerebral
Este proceso, además de ser una habilidad comunicativa, tiene un impacto real en el desarrollo del cerebro humano. Diversas investigaciones científicas han demostrado que el aprendizaje de idiomas mejora funciones cognitivas esenciales.
Según los estudios al respecto, los niños bilingües tienen una mayor capacidad para concentrarse, resolver problemas y cambiar de tarea con más flexibilidad mental. Todo esto se debe a que, al alternar entre dos lenguas, el cerebro se entrena en habilidades ejecutivas muy útiles en la vida diaria y en el entorno académico.
En otras palabras, con el aprendizaje de otro idioma, no solo estamos ayudando a nuestros hijos a comunicarse en un mundo global, sino que también estamos regalándoles un entrenamiento mental de alto nivel, comparable al que reciben los músicos, y que tendrá efectos duraderos durante toda su vida.

Míralo con otros ojos
Por eso, en English 1 1 no concebimos el aprendizaje de idiomas como una simple asignatura, sino como una experiencia formativa integral.
Animamos a las familias a ver el aprendizaje de idiomas como una experiencia enriquecedora y duradera, no como una obligación escolar. Como ocurre con la música, cada sesión cuenta, y cada pequeño progreso es parte de una gran melodía.
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